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miércoles, 6 de enero de 2010
LA UNIÓN ATRAVES DE SU HISTORIA
La Unión a Través de su Historia
La explotación minera de nuestra sierra minera, a partir de sus extraordinarias condiciones naturales, data de tiempos prehistóricos. El poblado ibero romano con el asentamiento de Mina Balsa, con su Atalaya y el poblado ibero romano del Cabezo Agudo, (“Iluro”) fue uno de los primeros establecimientos fundados con este interés. En tiempos de Roma, trabajaron en la sierra minera miles de esclavos con un producto diario de 20.000 dracmas.
La villa Romana en La Bahía de Portmán, antiguo “Por tus Mágnum” testimonia el pasado auge, que posteriormente, la actividad minera decrece hasta desaparecer. Con el descubrimiento de los alumbres en la zona, renace la actividad extractiva.
El Rey Carlos I otorga su explotación a su secretario Francisco de los Cobos. Es entonces cuando crece el caserío de los alumbres. El aprovechamiento del alumbre y de la almagra (hasta el siglo XVIII) no vasta para extender el poblamiento. De ahí que los poblados de Alumbres, Pozo Algar, Portmán, El Garbanzal, y Los Roches, serviría para lograr que subsistieran fundamentalmente sus pobladores, de la pobre explotación de sus campos, ganaderías, y montes.
Tras siglos de abandono, el General Requena reanudara el laboreo del mineral en el Cabezo Rajao. Se había desatado la fiebre minera, en la búsqueda, y explotación del sulfuro de plomo, de plata, y del zinc y las minas de hierro, en (1839). Con la minería subterránea nace la industria metalúrgica: se instalan las primeras fundiciones. La primera fábrica fue la llamada La Esperanza en (1840). Después le sigue Iluro Roma…todas aún con el primitivo horno Castellano.
El laboreo del mineral y la fundición eran actividades fundamentales. La población creció sobre todo, por la llegada de inmigrantes en su mayoría almerienses y crean un fenómeno de “contagio social”. En 1847 la diputación del El Garbanzal, Portmán, Los Roches y las Herrerías contaban con 1384 habitantes. En 1859 eran 5000 mil, y en 1860, 8000 mil. Fue cuando los vecinos de las mencionadas diputaciones obtienen la segregación de la Ciudad de Cartagena. El primer día 1 de enero del año 1860 queda constituido el primer Ayuntamiento en La Villa de El Garbanzal, con sede en aquel caserío. En octubre de 1862, la Reina Isabel II visita por primera vez, La Sierra Minera de Cartagena-La Unión, descendiendo hasta el interior de una mina.
Posteriormente el General Milán del Bosch en (1868), pone fin a las disputas entre El Garbanzal, y Las Herrerías, por la capitalidad del municipio, constituyéndose el Ayuntamiento de La Unión. La inestabilidad social y política nacional prende en el espacio minero. El verano de 1873 conocerá la implantación de una junta revolucionaría cantonal en La Unión.
Al tiempo se desatan con violencia las tensiones sociales promovidas por las durísimas condiciones del trabajo. Los desórdenes hacen descender la producción minera. La crisis de la minería tradicional resulta imparable a partir de la primera guerra mundial.
La línea del ferrocarril Cartagena-Las Herrerías retrasó su posterior
Inauguración hasta 1874. Había sido construida por la compañía inglesa “The Carthagena and Herrerías stean trailways company limited”.
En el trágico verano de 1885, la epidemia de cólera causó varios cientos de victimas en el municipio, el Hospital Municipal, llamado Hospital de Sangre, ubicado en la plaza del mismo nombre, hoy la plaza hay construido el Hotel Sierra Mar, el Hospital había abierto unos años antes en 1878 se mostró insuficiente para atender a los afectados por tal epidemia.
Con la caída de los precios del mineral en los mercados de minerales y a causa de los deficientes sistemas de explotación se había iniciado hacia 1877 un largo periodo de crisis que frenó el crecimiento, cuando la población de La Unión se elevaba a 22.000 habitantes. Cuando la crisis persistiría hasta los años de 1890. La recuperación arranca a finales de siglo, apoyada en el laboreo de la blenda y alcanza a los primeros años de la nueva centuria. Es el gran momento de La Unión. Por Real decreto, en 1894, La Unión recibe el titulo de Ciudad. Nuevas oleadas de inmigrantes elevan a 35.000 el número de habitantes hacia 1908. Es tiempo de importantes obras y reformas urbanísticas. Nuevos edificios adornan La Ciudad: el Templo de Ntra. Sra. Del Rosario, la casa de Joaquín Peñalver, la casa (El Piñón), el Mercado Publico, (obra de los arquitectos modernistas Cerdán y Beltri.
Las principales transformaciones de esta ciudad, son promovidas por el alcalde D. Jacinto Conesa García, el Colegio-Asilo de Huérfanos de Mineros, El Liceo de Obreros, el Asilo de Ancianos, la Cocina Económica, completan algunas de las instituciones benéficas fundadas entonces.
Los bajos salarios, y los elevados impuestos, con los injustos sistemas de pago son los que promueven las violentas agitaciones obreras del 4 de mayo de 1898 y del 7 de marzo de 1916. La represión se cobraría varias víctimas mortales. La crisis minera se manifiesta irrefrenable con la primera guerra mundial. La mejora económica surge después en la década de los cuarenta y los años cincuenta del siglo XX, parte de la modernización de los métodos de explotación: con el sistema de flotación diferencial y la excavación de canteras a cielo abierto, con la consiguiente mejora de la calidad de vida.
En la actualidad la actividad minera en la ciudad de La Unión está desaparecida dando paso al sector turístico.
Ser de una Ciudad como La Unión, es sentirse orgulloso, de una Ciudad que ha sabido proyectase aunque haya sido con el cante flamenco. Porque el cante está enraizado dentro de la historia de La Unión.
Desde el tercer tercio del siglo XIX fue cuando se instalaron los Cafés Cantantes. Habría que explicar los orígenes del cante flamenco en La Unión, a través de la inmigración de grandes oleadas de trabajadores andaluces principalmente llagados de Almería, y Granada, a mediados del siglo XIX y el XX a trabajar en la mina.
Ellos nos depositaron su cultura, y La Unión la ha cuidado y la ha desarrollado. Esta tradición cultural aunque acabe la mina no se perderá.
Porque el cante de las Minas, lo podríamos comparar con el cante de la toná, la Carcelera, o la Siguiriya, por ser un cante de esclavitud, de presidiario un cante serio, riguroso, y trascendental como la vida misma, el cante era posiblemente, una forma de expresarse en estado turbulento, el cante en secreto, un cante auto creándose su estructura. Aquella estructura podía ser, la forma acabada, del dolor ensangrentado del sufrimiento. Según Luís Caballero Polo. El Cante flamenco es el desahogo de un ahogo, es una necesidad que el hombre siente, una exigencia de espontaneidad. Sobre todo su sensibilidad, una forma cuya importancia radica en hacerse entender por la gente.
Si la música de jazz nace de la esclavitud, el cante flamenco también, y sobre todo el Flamenco de los Cantes de Levante. La Minera es un buen ejemplo para saber de esclavitud, cantada en el fondo de la mina, en la boca mina, y en los subterráneos de sus galerías, mientras sacaban el mineral de las profundas galerías, los mineros empujándole al vagón.
Escrito:Rufo Martínez Cobacho
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