domingo, 31 de enero de 2010

El Cante Flamenco es Arte y Cultura


D. Diego de Almagro


El Cante Flamenco es Arte y Cultura
La Unión con su historia, por la que destacan su tradición y su historia, y su número de Galas por su personalidad y por sus cosas especiales que nunca faltan. Dando buenos ambientes y buenos negocios, dando a conocer su Festival Internacional del cante de las Minas en sus bodas de Oro, en sus principios este Festival se mantenía muy bien, pero al conseguir la Internacionalidad, todos los proyectos se quedan pequeños, porque todos y digo todos, se piensan que este Festival es la gallina de los huevos de Oro, pues no más allá de la realidad, ¡pero sí celebramos las bodas de Oro! Y como se celebran en el mes de agosto, todos los actuantes, creen que estamos siempre en temporada alta como se diría en la hostelería, cuando te decides hacer el programa del Festival y piensas en este Cantaor o en aquel otro, todos los precios se disparan, y hay que pensar que el pueblo español está en sus horas más bajas desde hace ya algún tiempo. En tiempos de crisis. Y no podemos tirar la casa por la ventana, la fiesta está para gozar y no para sufrir y menos para tomar berrinches con nadie por un espectáculo más o menos. Definitivamente, un chollo. A mí que me gusta la justicia por encima de todas las cosas y me encantan los espectáculos buenos, serios y con mucho tronío. Y ver la gente feliz que vienen a La Unión a ver a sus ídolos, que son los que llenan la Catedral del Cante con la premisa de que algunos día se pone el cartel de no hay billetes.
Este arte y digo Arte, tiene poco que ver con las florituras y mucho con la verdad y la belleza sin ningún engaño. Este no es un encuentro con la muerte como se diría en el argot taurino, esto es una cosa que se lleva dentro o no se lleva. Otra razón también importante en los cantaores que los humaniza es la fuerte emoción, que es necesaria en el cante, cuando intentan crear la belleza, unida estrechamente con el riesgo que eso conlleva. Ahí como en otros campos humanos, la estética va unida con la ética. Una sin la otra andan cojas las dos. La belleza de un cante y el buen hacer casan muy bien. Sin el sentimiento de belleza y el riesgo, que acompaña todo el proceso en la ejecución, el cantaor no sería nada, ni para el que lo hace, ni para el público que lo escucha. Esto es lo importante: que la intima emoción que traspase el juego de la interpretación: que el cantaor cuando termine su actuación, se le salten las lagrimas o tenga esa sonrisa de beatitud, de plenitud espiritual que el hombre siente cada vez que termina el ejercicio de su arte, que le hace sentir el aletazo de la divinidad.
Autor: Rufo Martínez Cobacho

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